jueves, 15 de julio de 2010


Asomada al quicio de la cama, mientras su pelo se descuelga por la sábana casi besando el suelo. Y su mirada, perdida, navega, divaga, naufraga.
Y da media vuelta y la melena la sigue, derramada por la almohada.
Siempre fue agridulce, con tendencia espontánea a la melancolía, pero con la misma predisposición para el amor.

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