lunes, 23 de enero de 2012

Si algo soy, es inconveniente.
Se me parte el pelo, siempre llego tarde y cumplo más años que promesas. Nunca pido ayuda, aunque grito auxilio en silencio. Y me preocupo más por el color de las flores de mis muertos que por los vivos.
Hago planes que nunca se llevan a cabo, todo se queda en palabras huecas que resuenan en ácidos recuerdos.
Y sigo pareciendo la chica más triste de la ciudad.

Nunca he terminado nada de lo que he empezado, y si alguna vez así lo he hecho, todo acabó en fracaso. Fracasos de cristales sobre los que otros caminan descalzos. Y se cortan. Llevo decepcionando personas desde hace veinte años.
Para mí, siempre es tarde.

Tengo el perfil de ella, y la inseguridad y la amargura de él. Ojalá fuera como ella. Ojalá tuviera esa tenacidad y esa valentía. Porque es la persona más valiente que hay sobre este suelo que pisamos. Pero no, algo ha hecho que me empape de la melancolía que había en esos ojos amarillos que rasgaban las cuerdas de la guitarra.


No soy recomendable. Así que por tu bien, vete, date la vuelta y olvídate de estos ojos empañados.

domingo, 15 de enero de 2012

Romperé los retrovisores de cualquier coche para no mirar atrás.


(gran parte de la culpa de que haya vuelto, aunque sea así de poquito, la tienen el par de personas que (me) lo pidieron en la entrada anterior. gracias. y a los que seguís leyendo en silencio)