Me proteges. A veces de mí misma. Es como si estuvieras en el aire y a veces te inspirara (en ambos sentidos) y le devolvieras a mi pecho su sano ritmo. Sin contar el abanico de sonrisas con el que me liberas y me enfrías el verano. Aligeras las cargas y eres mejor que las gargantas de agua.
Tal vez el abecedario referido a nosotras no sea una mera casualidad.