viernes, 9 de julio de 2010

6...

Entró en aquel bar con él. Tenía la sensación de que sería la última vez. Las serpentinas en el estómago se habían convertido en mariposas y habían decidido echar a volar. Sonrisas, sí, pero vacías. No buscaba sus ojos, ni su boca, ni su piel. Él en cambio continuaba pensando que su búsqueda había concluido para siempre.
Con las cervezas ya en la mesa, Lara trasladó todo su pelo hacia un lado, el calor todavía era asfixiante a pesar del aire acondicionado. Miró hacia la barra y el camarero le hizo una seña para que recogiera el plato. Se acercó y miró un puñado de tristes kikos sobre una servilleta. "Vaya, qué original, cuánto esfuerzo y dedicación". Cínica, siempre.
Después de una conversación vaga y sin fundamentos, y con alguna risa dispersa, le entró hambre. Él le cedió el plato y se levantó para pagar la cuenta. Lara terminó de crujir la sal entre sus dientes y miró la servilleta. Abrió un poco más los ojos, y no pudo evitar que una sonrisa inundara su cara. Volvió a mirar esos nueve dígitos. Claros, definidos en rotulador negro. Antes de que él se diera la vuelta, observó de reojo al camarero y cómo él repetía la misma sonrisa mientras ella guardaba el papel en su bolsillo.

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