lunes, 24 de abril de 2017

raven

Perdí. Porque yo siempre lo pierdo todo.
El equilibrio.
La compostura.
La noción del tiempo.
El amor propio.
La vida, según los adultos.
Pero no el miedo.

Y sin embargo mis pasos en falso no te reverberan en las comisuras de la boca
ni ves cerrojos cuando me vuelvo tormenta.

A ti, filo del cristal que no me siega,
común denominador,
rumor de mi niebla.

Es contigo que las pérdidas se llaman inversiones,
las manos no se apartan
y los ojos saben dónde mirar.
No temes al ácido que guardo,
y sueñas las fábulas de mi vientre.

Tal vez ahora tampoco sea el momento.
Esta vez lo hemos creado nosotros.

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