miércoles, 17 de octubre de 2012

Ya no recuerdo lo que era dormir abrazada a un cuerpo, ni los besos de buenos días con los ojos hinchados, o los desayunos a base de piel antes del café.
Las siestas de horas sin manecillas y las llamadas de madrugada.

No quedan ni los despojos de todo eso en mi memoria. Pero pensándolo bien, para qué.
Has dinamitado todo para ocupar su lugar.

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