jueves, 15 de abril de 2010

Luz rojo fuego

Tapió su vergüenza y se puso a romper las cuerdas de la guitarra con los dedos. Despacio. Y una media sonrisa en la cara. Preciosa. Estaba realmente preciosa. El escenario era único: ella sentada sobre una cama que no era la suya, el sol de Junio a punto de dar las buenas noches y su cuerpo a medio (des)vestir, escondiendo sus curvas tras las curvas de la guitarra. Casi hermanas gemelas. Acordes, clavijas y un orgasmo a punto de ser desatado.

1 comentario:

  1. Uuuauu!! precioso, parecía que estaba descubriendo lentamente un cuadro, y el final apoteósico; ¿¿quién no muere por el orgasmo de una mujer?? yo muero cada día. Un abrazo

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