martes, 8 de diciembre de 2009

Save me from myself

Sólo los que se dedican a la danza saben lo que es hablar verdaderamente de baile. Los amigos, te apoyan incondicionalmente, te ofrecen su hombro y se comportan de una manera inmejorable. Y por momentos hasta te devuelven la confianza en ti mismo.
Pero sólo aquellos que sienten la chispa por dentro, a los que se le empaña la mirada escuchando una canción y dejándose llevar... sólo ellos saben de lo que hablo.

En mi caso, no me va tan bien como yo pensé. Dicen que es por falta de confianza. Sinceramente, creo que lo que me ocurre es por el exceso de ella.
Cuando quieres y tu cuerpo no responde, no obedece. Cuando la primera fila era tu lugar favorito.
Es demasiado complicado de explicar. Pero es así, vuelves a tus inicios, a ser torpe. Reina en ti la descoordinación y el agarrotamiento... y después llegan las lágrimas contenidas, la frustración y el nudo en la garganta. Y te decepcionas. Y todo va a peor, si es que es posible.
En esos momentos, serías capaz hasta de tirar la toalla....


Es cierto que a veces somos demasiado crueles y exigentes con nosotros mismos... por eso no me vendría mal que alguien me salvara de mí misma.

sábado, 5 de diciembre de 2009

La bailarina de los pies desnudos


Iba, en un paso rítmico y felino
a avances dulces, ágiles o rudos,
con algo de animal y de divino
la bailarina de los pies desnudos.

Su falda era la falda de las rosas,
en sus pechos había dos escudos…
Constelada de casos y de cosas…
La bailarina de los pies desnudos.

Bajaban mil deleites de los senos
hacia la perla hundida del ombligo,
e iniciaban propósitos obscenos
azúcares de fresa y miel de higo.

A un lago de la silla gestatoria
estaban mis bufones y mis mudos…
¡Y era toda Selene y Anactoria
la bailarina de los pies desnudos!

Rubén Darío.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Hoy, por las chonis

Hoy romperé una laza a favor de las chonis. Antes de nada, pongámonos en antecedentes. Las chonis son esa nueva tribu urbana (también llamadas canis) son ciertos sujetos con pantalones dos tallas más pequeños, sujetadores con relleno (preferiblemente también más pequeños) y que ganan un kilo de peso cada vez que se maquillan. Pobres de aquellos que, a la hora de la verdad, bien sea en una cama o en su descampado favorito, se pregunten donde ha quedado aquél busto que tanto prometía.
En cierta manera, estos individuos (¿o individuas?) son dignos de admiración. Cada mañana, al menos los días de diario y las que "estudien", se tienen que levantar como mínimo una hora antes de la habitual para el resto de mortales para desafiar las leyes de la Física levantando tales obras arquitectónicas sobre su cabeza, con tan sólo la ayuda de un simple peine y de la laca comprada en los chinos. Toda una oda a los cardados y a los míticos años 80.
Por si fuera poco, gastan más en ese líquido viscoso, que según ellas les tapa los granos y que en mi opinión asfixia a esos pobres poros, que reparten por toda su cara hasta conseguir una bonita máscara de Carnaval.
¡Ahí no queda todo! Homenajean al Antiguo Egipto con esas filigranas en los párpados, trazando líneas perfectas alrededor de los ojos, de un grosor insultante, acompañadas de litros de rimel.

Dicho todo esto, y quedándome corta, no todo el mundo tiene esa gran fuerza de voluntad de madrugar más que el sol, ni controlan su cuerpo y respiración a su antojo, promueven la natalidad, ponen a prueba a Newton y su Ley de la Gravedad y poseen ese envidiable pulso de cirujano.
Pero estas grandes promesas... escogieron un camino alternativo. ¡¿Pero quién c*** las guió?! ¡¿Amy Winehouse?!