Cuando yo lo único que quiero es encerrarte
en mi piel a base de tinta
y (otra) herida,
para que de ahí nunca puedas marcharte.
Encerrarte.
Como si por echar otra lágrima en el candado te fueses a quedar conmigo.
O reaparecieras.
Diecinueve meses. O diecinueve nieblas.
Y no te veo.
Más los abismos que me quedan sin verte.
Beberé cientos de vasos, y ojalá nunca te encuentre en el fondo de ninguno.
vuelve.
Diecinueve nieblas, diecinueve laberintos perfumados hasta perder la conciencia.
ResponderEliminarElegimos o desaparecimos, pero nunca estuvimos encerrados en un ascensor.
ResponderEliminarpd: Siempre seré aficionado a tu espalda II.
"Como si por echar otra lágrima en el candado te fueses a quedar conmigo"
ResponderEliminarBien fuerte, como los tragos que se necesitarían para soportar eso.
Me encantó el texto, la idea de encerrar a alguien a base de tinta. Quizá el único modo de permanencia casi eterna... hasta que nosotros decidimos borrarlo.
Realmente sí, como dice Julieta, o como dices tú... quizá sí que se pueda encerrar a alguien con tinta, con palabras, mantener vivo su recuerdo, o él mismo en esencia.
ResponderEliminaresas letras chiquitas... como una sonrisa
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