jueves, 11 de octubre de 2012

trescientos sesenta y cinco días, o infiernos.

Te echo de menos. A ti, a tu persona de antes e incluso a la que me dejó, aunque ya no fueras el mismo. Echo de menos tu olor y la habitación cargada de humo. Y ahora entro y ya no hay nada que me recuerde que estuviste ahí tanto tiempo. Me repito cada día que nunca volveré a verte y que eres polvo, pero sigo en ese día.
Tus manos. Tus requiebros en la guitarra, tu mirada dorada al verme llegar. La cicatriz al lado del ojo. Y que me vieras siempre pequeña.
Han pasado trescientos sesenta y cinco días. Y parece el día de después. Todos creen que me entienden, tratan de imaginarlo, pero no se puede imaginar lo que es lo irremediable, las manos atadas, el vacío. El hueco insalvable.

Te cambio mi vida, pero vuelve.


"Y aún lo recuerdo como si fuese ayer.
Y me recuerdo a mí en medio de todo eso buscando una salida.
Desde entonces no he podido.
Y me habría cambiado por ti en ese momento por no haber cargado este después."
el resto, aquí.

2 comentarios:

  1. Muy expresivo y muy real.."pero no se puede imaginar lo que es lo irremediable, las manos atadas, el vacío. El hueco insalvable"..es un vacío que pesa y ahoga.
    Muy muy bonito!

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  2. intenso relato, tal real y tan común, pero "puesto" tan personal :)

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