sábado, 29 de octubre de 2011


"Me está empezando a subir la cerveza", dijiste. Y entre los besos bajo luz naranja decidí el siguiente paso. Y ganaste tú.
No me atreví a pasar, pero entonces vi un paraíso de libros de pared a pared. Y probablemente los habías leído todos. Perdí la noción del tiempo leyendo títulos. Y sonreía mientras no podía elegir entre mirarte a ti o a las portadas.

No recuerdo nada más hasta llegar a la cama. Fue una cena sin la mesa puesta. Y siempre tímidos y a cámara lenta. Me mirabas cómo diciendo "enséñame alemán a mordiscos, te prometo saberte aprovechar". O tal vez fueran sólo cosas mías. El caso es que las palabras me saben a algodón de azúcar cada vez que suspiras.


(fotografía de Álvaro Manof)

2 comentarios:

  1. Genial como siempre! Me encanta el texto.
    Te leo prontito :)

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  2. a mordiscos yo también me comprometo a aprender alemán. Precioso.

    : )

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