A veces desearía ser una frágil mariposa, que nadie pudiera escucharme al hablar, y volar, y posarme desordenadamente en todas las flores evitando las juguetonas garras de cualquier gato.
Y continuar desatando cada palabra anudada, cada pensamiento ahogado, cada frase eludida y sorteada... liberar todos los términos que fueron encarcelados. Y nadie lo oye, porque no pueden, porque les es imposible percibirlo... percibirme. Sólo pueden oírme otras como yo, puede que ni siquiera me escuchen y menos comprenderme, tan sólo captan mi incesante soliloquio.
Hablar ante los ignorantes oídos de los demás, sin ofensas ni reproches, simple y llanamente despertando todas las palabras dormidas, porque, al fin y al cabo, nadie puede escucharlo. Como un silencio elocuente...
...como el de las mariposas.
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