Lo dijiste. Lo pronunciaste en un susurro que sólo pueden oír las mariposas. ("Te necesito") Y en vez de sonreír, me entumecí. En teoría teníamos los días contados y ya me había acostumbrado a eso. Pero me rompes los esquemas de nuevo. Más abismos.
E insistes. Otra grieta. Persistes. Fisuras.
Mi carcasa resquebrajada. Se me está cayendo la cáscara y no me quedan manos para recogerla y ponerla de nuevo sobre mí. Y es cuando me da por huir.
Hoy has llegado a adivinarme. A descifrar y percibir. Como sólo antes había hecho una sola persona, hace mucho tiempo.
Y claro, pánico. Pánico y puro terror.
Soy un animal de costumbres, y tiendo a herir y lacerar. Por favor, antes de que te destroce a ti también, prométeme que te marcharás.
Buen texto...
ResponderEliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Triste, pero prefecto de la única forma que solo tú sabes crear.
ResponderEliminar¡Un beso!:)