Al final nevó. Vi nevar, era la primera vez. Y la nieve trajo cambios, aunque tal y como vino, desapareció. Ni siquiera pude deshacerla con las manos como siempre hago con el tiempo. Tan sólo apareció de repente, y lo supe por una llamada de teléfono. "¿Te has asomado a la ventana? Tengo el abrigo blanco". Y salí al balcón muerta de frío sin pensármelo. Como tampoco me pensé impregnarme en el polvo que acumulaste en mi cama. Contigo también sentía frío, pero era de otra manera. A tu lado siempre me temblaban los muslos. Y a veces tal vez se me estremeció el corazón, aunque siempre lo niegue si me preguntan, porque ni yo misma estoy segura. El invierno envolvió hasta nuestras pupilas y sus brillos y ni siquiera lo intentamos evitar.
Pero desde entonces no ha vuelto a nevar, ni tú has vuelto a aparecer.
Quizá cuando vuelva a nevar...
ResponderEliminarBeuno, aquí ni nieva
ResponderEliminarLu! volver a leer tus TEXTAZOS es un placer.
ResponderEliminarkissyou!
cuando nieva, nieva y bien :)
ResponderEliminar(te dejo terrones de azúcar
para que tengas dulces sueños)
aún queda mucho invierno, para todo.
ResponderEliminar(un lunar
grande para tu
mejilla)
Lo mejor del invierno es, entonces, encontrar su calidez a pesar del frío exterior. Y eso, como la nueve, sólo pasa muy pocas veces.
ResponderEliminarEl frio olvido me congela el corazón siempre ;)
ResponderEliminarBesos frioleros