Estoy a menos de una semana de cumplir los 18... Y en un intento desesperado por conservar mi inocencia, mi ingenuidad innata, como muchas piruletas con forma de corazón, sonrío a los niños que pasan por la calle y les guiño un ojo. Y ellos, sin querer, me dan la vida con sus risas limpias y tiernas. Y veo películas de dibujos animados o de las americanas baratas de sobremesa que alquilaba hace algunos años... Y devoro Lollipops, como los que me regalaban cuando compraba el pan, y sigo llorando por tonterías, por sólo pensar en el futuro.
Muchos me preguntan por qué este miedo a la mayoría de edad, por qué no quiero crecer, a qué viene este síndrome de Peter Pan... Tal vez sea por miedo a cambiar. A que cambie yo, o lo de mi alrededor, porque siempre que cambia algo, tengo la sensación salir perdiendo.
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