El año que viene tampoco voy a saber escribir.
Inundaste el tiempo, borraste la marca del calendario y ahora olía a nuevo.
No quise mirar los números ni llevar la cuenta. Bebías por mí.
Mientras tanto, yo me colgué de mil excusas, candé las esposas, dejé las manos desnudas y te dejaba hablar para revestir mis silencios.
Entreabrí la puerta y los labios, miré tus resquicios y cosí de vuelta.
Desandé porque quien me conoce, sabe de mis dos pies al revés.
Te quise sin saberlo y dejé de hacerlo por convicción.
Nunca te lo puse fácil ni soplé tras las alas.
No he vuelto porque creo que nunca me fui. Tú nunca me viste. Apenas te dejé verme.
Y si me sigues, no te espero; pero si te das la vuelta, tiro de ti.
Así que aunque no soy recomendable, equivócame. Vamos a ver de nuevo si me quitas la razón.